Alcantarillas


Hacía dos horas que bajaron a las alcantarillas, el hedor era espantoso pero llegado a un punto se acababa acostumbrando uno, pero ese día entraron en la zona prohibida, por orden del inútil de su jefe, a ninguno le gustaba ese lugar de la red de alcantarillado.

La zona prohibida era la parte más antigua del sistema y altamente peligrosa, muchos trabajadores desaparecieron en ella y se encontraron restos parcialmente devorados. Pero el nuevo alcalde decidió que había que volver a abrir esa sección, pese a que se le dio toda la información que había sobre ese lugar y ninguna era agradable, pero no cejo en su empeño, aduciendo la falta de capacidad de evacuación de la nueva red.

Así que allí estaban ellos, casi hasta las rodillas de agua estancada y apestosa, ninguno de ellos hablaba, todos miraban hacia los lados mientras las linternas atravesaban la penumbra e iluminaban escasamente su camino. Se detuvieron en una bifurcación y el encargado saco un viejo mapa amarillento y empezó a dar ordenes a decirles por dónde ir, uno le interrumpió lanzando un grito, todos se giraron asustados pero el que había gritado ya no estaba, solo quedaba un rastro de sangre en el agua putrefacta y un brazo flotando.

Todos se volvieron hacia el encargado alumbrándole con sus linternas, tenia el rostro lívido y abrió la boca para decir algo pero solamente escupió sangre, el mono de trabajo empezó a abombarse y una mancha de sangre comenzó a formarse hasta que el pecho explotó, la sangre salpico a los trabajadores que retrocedieron asustados.

Todos corrieron hacía la zona nueva de la red de alcantarillado, más luminosa y segura. Muchos desaparecieron bajo el agua, otros salieron volando hacia el techo hasta desaparecer en la oscuridad. El único que llego a la zona supuestamente segura se volvió para ver si le seguía alguien pero lo único que vio fue una oscuridad que absorbía la luz de su linterna, retrocedió lentamente pero no llego muy lejos, algo le agarró por debajo del agua una especie de tentáculo que le apretó con tal fuerza que notó como los huesos del tobillo crujían, de un tirón lo arrastro hacia la oscuridad, el grito del hombre fue acallado cuando se sumergió en el agua. Nunca se supo que paso con esos trabajadores, se supuso que se perdieron por la zona antigua.

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