Frío



No deberíamos haber venido de camping a la montaña, era una mala idea y lo dije, pero nadie me hizo caso. Y ahora solo quedo yo, escondida en esta cueva, con una caja de cerillas, en las que solo quedan tres, cómo único medio de luz.

Quedé con mis amigos de la Universidad para hacer una pequeña salida el fin de semana, y decidieron ir a la nieve, pese a mi reticencia. Nos preparamos bien para el viaje y salimos el sábado por la mañana, yo tenía un mal presentimiento, las leyendas indias hablaban de una criatura que habitaba el lugar hacía dónde nos encaminabamos.

El lugar era precioso, eso es verdad, pero no me gustaba el ambiente. El viento parecía reírse de nosotros y lo que normalmente se oye en un bosque en este no se oía, y lo más preocupante, sabía que nos vigilaban.
La noche del sábado todo se fue a la mierda, algo arrancó la tienda de campaña y la lanzo volando a la oscuridad, todos nos miramos asustados, en ese instante ocurrió lo que yo más temía, algo empezó a matarnos.

Nos desperdigamos, corrimos como locos hacía todas direcciones escasos de ropa y sin calzarnos, yo corría en compañía de mi mejor amiga hasta que algo la alzo por los aires, oí su grito desvanecerse en la lejanía. Me ardían los pulmones y tenía el frío incrustado en los huesos, pensaba que había conseguido escapar, que equivocada estaba. Algo cayó del cielo, justo delante mía, era mi amiga o lo que quedaba de ella, tenía el cuerpo lleno de arañazos y le habían arrancado la columna vertebral, la nieve absorbió la sangre cómo un vampiro sediento.

Aún escucho los gritos de mis amigos, me los trae el viento, tengo mucho miedo, pero más aún tengo frío. Ya no puedo hacer nada más llevo horas aquí, encenderé la hoguera que tengo preparada, se que esa cosa me encontrará y no me importa será mejor que morirse de frío.

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